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Tres libros como símbolos: "El hombre y sus símbolos", "Tao Te King" y "Job" (página 2)




Enviado por a.a.u



Partes: 1, 2

 

Podemos preguntarnos entonces: ¿y si un
símbolo es lo unito que podríamos llamar real
entonces? ¿Y si lo real fuera muy distinto a lo que
creemos que en verdad es?

El hombre acude a
los símbolos para representar su fe y
unión a los otros hombres. La más exacta, para
representar a cualquier hecho o sentimiento. De esta manera los
antiguos persas viendo el fuego pensaban en Zoroastro, en Mitra,
en el Zend Avesta, en todos los persas y en mucho más. De
esta manera todos al ver la cruz pensamos en Cristo, su muerte y
resurrección, indirectamente en los que lo preanunciaron y
a sus fieles…Se puede argumentar también que los
símbolos tienen la finalidad de evadir las palabras,
remitiéndose en cambio a una
imagen que sin
embargo las represente. Su sentido de perfección hace que
jamás se lo prescinda, pues además de unir,
persiste. ¿Qué es pensar en la piedra Kaaba sino en
el corazón
del Islam, a Mahoma,
al Libro escrito
en el Cielo, a los profetas del Islam a través de los
siglos?

Por estas cuestiones y tantas otras, "El hombre y
sus símbolos" sea acaso un símbolo mas, como el
"Así hablaba Zaratustra" de Friedrich Nietzsche,
como "La Biblia" dictada por Dios (donde irónicamente los
hombres le pedían un signo en el Cielo a Jesús),
como cualquier libro de Shakespeare que
inventó lo humano, como el Quijote, como el inodoro de
Duchamp… Todos pregonan una nueva creencia, tan esencial a
los hombres y sus días. Todas avizoran el fuero divino que
habita dentro del hombre mismo, en que nada se pierde y quien lo
invoca es parte de él.

"El hombre y sus símbolos", de Carl G. Jung nos
enseña que a través de los siglos el hombre
continua escuchándolos, para saber lo que pensar, para
saber lo que decir, como el viajero que al llegar a una ciudad se
encuentra con su pasado que ya no sabía que
tenía.

2) El Tao Te King como
origen

"El hijo es el mundo, y conociendo

al hijo se conoce a la madre"

Xenócrates

El Tao no existe, sino que simplemente es en su
eternidad inmóvil. El Tao es el Todo y la forma del Todo.
Es él quien proyecta el mundo y quien crea a los seres
pero su potencia siempre
queda en él. La creación de la vida es en cambio
generada por la Virtud (el Te). El motor
inmóvil de la Virtud del Tao (Tao Te) se trata del inmenso
vacío que lo vuelve ciertamente efectivo. Pues no hay una
figura ni palabras que nos ponga en curso de entenderlo. Tal es
su serena opulencia, la de que todos los seres vivos (los diez
mil seres) descansemos en él y él descanse en la
mas innocua inmovilidad. ES por eso que decimos que no existe
sino que es.

El Tao al igual que las representaciones
platónicas admite las formas aunque siempre puras y
vacías. El estilo del Tao Te King es contradictorio, pero
en sus finalidades no es tal, por eso, frases como "la mas alta
norma no tiene norma" corresponde al vaciamiento de todo lo
contenido, en pos de la más elevada pureza, a la exigencia
de desaprender, para así aprender las bondades del Tao, el
alma del mundo
y al cual lo abarca. Más cuando la Virtud se llena de
virtud, es porque nos alejamos del Tao.

El Tao es no obstante la forma de lo anterior, que
ordena el curso de las cosas, y que nos induce a conocernos a
nosotros mismos, al igual que la premisa del viejo Sócrates,
ya que todos venimos del Tao. Él es superior y más
sutil que nuestro mundo. El Tao descree de la evolución del mundo y de los seres, porque
todo se halla en el origen, es por eso que hasta el mismo Tao
comienza y termina en el vacuo origen.

No obstante, el Te o la Virtud se desprende del tao y es
su motor, el cual se extiende entre el Cielo y la Tierra. Y
de la negación de la Virtud nace su eficacia y de la
negación del Tao nace la Virtud. Podríamos decir
entonces que el devenir proviene de la pura quietud, que no nace
ni muere, que simplemente vive.

El Tao (el camino) es entonces la imagen eterna que
marcha hacia si misma, creando el mundo. Su forma, origen y
devenir son en cuanto se niegan. El Tao es el Uno. El Tao Te (La
Virtud del Tao), la Díada, es la materia
propiamente dicha capaz de producir el Yin Yang (Tierra y
Cielo). Y Tao Te King (El Libro de la Virtud del Tao) es la
Tríada. O sea la Naturaleza, de
cuyas virtudes proviene el Tao.

II

Por otra parte, la doctrina del Tao se asemeja al
postulado de Henri Bergson, "Se cambia sin cesar, y el estado
mismo ya es cambio. Es decir que no hay diferencia entre pasar de
un estado a otro
y persistir en el mismo estado".
Mas que nada si recordamos
sobre la Duración en su carácter múltiple y siempre
cualitativo. Siempre por debajo de la multiplicidad del mundo
concreto y
medible está lo indivisible y lo substancial.

Nos hace recordar también a Parmenides y a
Epicuro, al primero por la imposibilidad de todo cambio,
así, lo que cambia no es, que al igual que la
Virtud del Tao (el Te) que se llena de virtud, se aleja del Tao y
por tanto deja de ser Virtud.

Epicuro en cambio dijo que nada existe mas allá
del universo y que
nada hay que sea capaz de ocasionar un cambio. Que si bien todas
las cualidades cambian, jamás los átomos. Epicuro
fue mentor de una doctrina en pos de la felicidad, Lao Tse en
cambio para la inmutable vacuidad. En realidad hay un camino, un
hilo conductor en el cual recorrieron por allí Hermes
Trismegisto, Pitágoras y Jesús.

El Tao Te King prácticamente inicia ciertas
ideas, ya que es uno de los mas tempranos en hacernos saber sobre
"el camino" sin formas, flexible y vacuo. El Tao es la plenitud
invisible del mundo plasmado mediante en un libro en si, que nada
expresa, como clave que lo invisible. Modifica nuestra percepción
respecto a lo dado.

La interpretación de ese símbolo
llamado tao nos aproxima mas al "afuera". Es el libro chino que
representa al mundo y que nos da una imagen más o menos
difusa del milagro creador. Su estilo, tal vez demasiado
hermético representa lo intransferible del origen y
destino del mundo y de las armonías que lo rigen. Los 81
brevísimos capítulos que lo integran configuran
tales cuestiones. Y cuyo número para algunos interpretes,
se refieren a los 81 años que su autor vivió dentro
del vientre de su madre antes de nacer, según reza la
leyenda.

Aquella manifestación oral que luego fue
transcripta por los mismos guardias que indujeron a hablar al
maestro, data aproximadamente del 479 a. C.

De Lao Tse poco se sabe excepto que fue
contemporáneo de Confucio, que hizo una vida de retiro
prolongada y que tuvo por discípulos a Chuang Tzu y a Lieh
Tzu

3)
Job

En el Tratado del Vacío, Pascal
escribió: "El respeto que se
guarda a la antigüedad llega a tal punto, en las materias en
que debe tener menos fuerza, que se
hacen oráculos de todos sus pensamientos, y misterios
hasta de sus oscuridades; que no se pueden ofrecer novedades sin
peligro, y que el texto de un
autor basta para destruir las razones mas
fuertes…"

Hay textos que provienen de tiempos remotos y que aun
persisten. Tal es así el Libro de Job, como también
tantos otros que aun tienen mucho por decirnos. Pero no es como
comenta Pascal del respeto a los antiguos lo que inunda de
oscuridad y misterio. El texto de Job nos lo enseña: es lo
intransferible lo que se cierne sobre todo conocimiento.

Job, perseguido, patriarca árabe que
residió en la pista de Uz. Mientras que vivía en el
medio de la gran prosperidad, él estaba repentinamente
abrumado por una serie de ensayos
doloridos que bajaron sobre él. En medio de todo el suyo
los sufrimientos él mantuvo su integridad. Una vez
más el dios lo visitó con el símbolo rico de
su calidad e incluso
mayor prosperidad que él había gozado
antes.

Él sobrevivió el período del
ensayo por
cientos y cuarenta años, y murió en una buena vieja
edad, un ejemplo a las generaciones que tenían éxito
de la integridad (Ezequiel. 14:14, 20) y de la paciencia sumisa
bajo calamidades más doloridas. Su historia, en cuanto se sabe,
se registra en su libro.

Franz Kafka alguna vez escribió que el dolor es
solamente en esta tierra. Que, no en el sentido de quienes lo
sufren en este mundo, sino que lo que en esta vida se llama dolor
en otra, se transforme en beatitud. Los hombres desde lo remoto
no han vivido un solo día sin esos temas. No se trata
tanto de invocara hombres e incluso nombres que nos recuerden
estos temas, sino mas bien por las situaciones que estos pasaron.
Toda vivencia va rumbo a un lugar más elevado para quien
la vive. El dolor es un móvil entre tantos en esta tierra
y la antigüedad es obra de ese dolor y a su vez, es lo
anterior de lo mismo.

Para Vilem Flusser el libro de Job fue probablemente
escrito en el siglo V o IV antes de Cristo, precisamente en el
momento en el que la cultura
occidental comenzaba a cristalizar en Palestina y en Grecia. Por
eso en él aparecen tantos temas que distinguen a esta
cultura de la cosmovisión mágico-mítica que
la precedió, sobre todo el tema de la venganza. Los
interlocutores de Job defienden el principio de venganza: "Dios
es justo". Ellos son todavía mágico-míticos.
Por el contrario, Job sostiene lo absurdo de los sucesos y la
dignidad
humana ante tal absurdo. Él ya es occidental. Pero el
mensaje no es claro, porque el autor mismo está enredado
aún en el pensamiento
mágico-mítico. El mensaje debe ser iluminado. El
Fausto de Goethe, que toma el libro de Job como modelo,
intenta aclararlo. Pero para nosotros es Kafka quien lleva a cabo
la primera elucidación efectiva del propósito del
autor del libro de Job
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Pero ¿Y si en Job, Yahvé hubiere procedido
de manera opuesta? Dios obra simultáneamente: el castigo
es recompensa y viceversa. La acción
de Dios proclama estas dos. La acción de Dios aduce y
otorga por tanto, la finalidad de toda acción humana.
"Toda acción lleva al
castigo o a la
recompensa"
tal como dijo Charles Baudelaire.
Por alguna razón Yahvé interroga a Job:
"¿Quién es el que oscurece mis obras con palabras
insensatas?" Sencillamente alguien que no lo ha visto y lo
nombra. La opresión es el signo de quien lo hace y por lo
tanto habla para no decir nada. Como en las novelas da Samuel
Beckett, Job
habla con sus amigos y con Yahvé, pero los signos sonoros
nada dicen ni arreglan. Y un hombre siempre habla para
esconderse.

Tal acción requiere un escondite o el silencio,
solo que el silencio es imposible por lo que se sabe y el
escondite es imposible por lo que se ignora.
Estamos
ineludiblemente expuestos, debido a la conciencia, a
Dios y al diablo, tomando en cuenta la situación de Job.
Estamos condenados a repetir tales exposiciones.

La conciencia es la que no lo induce. Por otra parte el
libre albedrío es una determinación de estos
tiempos modernos. Todo se reduce a un problema de lenguaje en el
tema de Job. "Tu preguntas donde estaban tus fallas, pero a lo
mejor, Dios te había avisado de mil maneras y no lo
habrás tomado en cuenta. Job se esfuerza en escuchar la
Palabra pero siempre hay más y más palabras por
conocer y por escuchar. ¿Quien sabe donde estará
esa palabra? Un pensamiento le sucede al otro. Apenas si hay un
atisbo de lo que es Dios. Como que el silencioso vacío
indica que aun no se a comenzado a conocer ni a oír esa
Palabra redentora. Su esfuerzo esencial es el de la
recuperación. Hay algo que el hombre ha perdido y busca
recuperar. Ya que el mensaje jamás es interpretado por
Job. Dios siempre comunica de mil maneras pero tales mensajes son
arduos de conocer para Job. Sus palabras nos lo dice, siempre le
resultan familiares y sin embargo lejanas. "¿Cómo
callar mis gemidos" ¡Quien me diera saber donde hablar a
Dios y llegar hasta su casa! Expondría ante él mi
caso y rebosarían mis quejas. Por lo menos
conocería su respuestas y trataría de comprender lo
que él dijera" (Job 23 -2-5)

El dolor siempre es síntoma de algo demasiado
gigantesco como para ser comunicado, algo demasiado eterno,
infinito para hacer saber. Nada hay por hacer saber. Pero
sonreímos porque finalmente alguien ha guionado (aunque
sea por un lapso ínfimo) nuestros pasos, y quedamos
ahí agradecidos. La producción del programa de turno
nos recuerda, además, la gratuidad del mundo. Cuando
llega, la sonrisa marca nuestra
bienvenida a la revelación. Y junto con ella nos hemos
ganado viajes,
prebendas y diversos regalos, porque ya hemos aprendido
cuán gratuito -al tiempo que
espectacular-es nuestro pasaje por el reino de estos mundos (Amir
Hamed).

Era por tanto la resignación en los humanos y ese
el mensaje entre tantos otros que podemos colegir en el Libro de
Job. El argumento esencial de Dios es que la vida es demasiado
compleja como para hallar respuestas sencillas. Si usted exige
que Dios le de respuestas fáciles a problemas
sumamente complicados, le está usted pidiendo que haga
más de lo que puede usted entender. El está
diciendo sencillamente que solo Dios puede tratar adecuadamente
las respuestas a esta clase de
interrogantes. Por lo tanto, el hombre ha de adoptar la postura
de confiar en él y no discutir con Dios, que ha mostrado
de la manera más asombrosa su habilidad para resolver
estas complicadas situaciones al mismo tiempo que mantiene la
vida humana y la vida del mundo entero, con todas sus
tremendamente involucradas complejidades, en un equilibro
precioso. Si usted entiende esto realmente, es para que Dios
resuelva los complejos problemas de la vida.

Fuentes para el
presente trabajo:

El Hombre y sus símbolos, Psicología y alquimia
de Carl Jung

El chiste y su relación con el inconsciente de
Sigmund Freud

La antigua India de
Hermann Olderberg

Las ciudades invisibles de Italo Calvino

Tao Te King

Guía de Filosofía de C.E.M. Joad

El Antiguo
Testamento

En Internet:

www.henciclopedia.org.uy/autores/Hamed/Job.htm

www.pbc.org/library/files/html/0218sp.htm

 

Andrés Ugueruaga

Lugar de origen: Santa Fe Argentina,

Colabora en distintas páginas
Web,

 

Partes: 1, 2
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